Pasaje: Proverbios 31 - Versión: Reina Valera 1995
Exhortación a un rey
1Palabras del rey Lemuel: profecía con que lo instruyó su madre. 2¿Qué decirte, hijo mío, hijo de mi vientre!¿Qué decirte, hijo de mis anhelos! 3No des tu fuerza a las mujeres,
ni tus caminos a las que destruyen a los reyes. 4No es digno de reyes, Lemuel,
no es digno de reyes beber vino,
ni de príncipes darse a la sidra; 5pues quizá bebiendo olviden la Ley
y perviertan el derecho de todos los afligidos. 6Dad la sidra al desfallecido
y el vino al de ánimo amargado: 7que beban, que se olviden de su necesidad
y no se acuerden más de su miseria. 8Abre tu boca en favor del mudo
en el juicio de todos los desvalidos. 9Abre tu boca, juzga con justicia
y defiende la causa del pobre y del menesteroso.
Elogio de la mujer virtuosa
10Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?Su valor sobrepasa largamente al de las piedras preciosas. 11El corazón de su marido confía en ella
y no carecerá de ganancias. 12De ella recibe el bien y no el mal
todos los días de su vida. 13Ella busca la lana y el lino,
y trabaja gustosamente con sus manos. 14Es como la nave del mercader,
que trae su pan desde lejos. 15Siendo aún de noche, se levanta
para dar la comida a su familia
y la ración a sus criadas. 16Considera la heredad y la compra,
y con sus propias manos planta una viña. 17Se ciñe firmemente la cintura
y esfuerza sus brazos. 18Ve que van bien sus negocios;
su lámpara no se apaga de noche. 19Aplica sus manos a la rueca
y sus dedos manejan el huso. 20Alarga su mano al pobre;
extiende sus manos al menesteroso. 21No teme por su familia cuando nieva,
porque toda su familia va vestida de ropas abrigadas. 22Ella se teje los tapices,
y de lino fino y de púrpura es su vestido. 23Su marido es conocido en las puertas de la ciudad,
cuando se sienta con los ancianos del país. 24Teje telas y las vende,
y provee de cintas al mercader. 25Fuerza y honor son su vestidura,
y se ríe de lo por venir. 26Abre su boca con sabiduría
y la ley de la clemencia está en su lengua. 27Considera la marcha de su casa
y no come el pan de balde. 28Sus hijos se levantan y la llaman bienaventurada,
y su marido también la alaba: 29¡Muchas mujeres han hecho el bien,
pero tú las sobrepasas a todas! 30Engañosa es la gracia y vana la hermosura,
pero la mujer que teme a Jehová, ésa será alabada. 31¡Ofrecedle del fruto de sus manos,
y que en las puertas de la ciudad la alaben sus hechos!
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